Prólogo del poemario de colores
(Sin fecha) Dejó el lápiz con el que creaba realidades y se dirigió a su habitación. Colocó su cabeza en la almohada. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el silencio. Sólo un olor la acompañaba, la esencia de algo que no era suyo, pero que al mismo tiempo lo era. La realidad comenzó a disolverse poco a poco. Una puerta frente a ella se abrió. Tendría que atravesarla. Se trataba de un cuarto… Un cuarto con paredes blancas, y en el centro un árbol. Un árbol de colores. Todo podía cambiar. Podría estar luego en un jardín o en un bosque, en un castillo, o en un faro, como en una de sus fantasías. Todo era posible, en las aguas del subconsciente se navega con libertad. El orden de las cosas cambia… ¿Quién habló de orden? ¿Quién habló de normas? No es que esté enferma, pero últimamente he tenido la leve sospecha de que mis días tienen colores. Me he obsesionado con la idea a tal punto que no puedo dejar de preguntarme: “¿Hoy tuve un día verde o quizá azul? ¿Fue negro o gris?” Puedo...