Poema rojo



Envuelvo en escarlata alegría mis ardores,
y tu contacto enardecido incinera mis poros,
avivando empolvadas apetencias
y estimulando entumecidos antojos.

Impacientes deseos se crispan con tu nombre,
y en tus dedos y en tus plantas se desparraman mis te quieros.
Tostadas caricias llamean con tu aroma
y ardientes palabras reescribo en tus hojas.

Mis dedos, cual lápiz encarnado,
relatan nuestra historia en el libro de tu cuerpo
y manojos de suspiros complacientes abrasan mis oídos
reavivando afanes que aletargó un día el tiempo.

Añejas entregas renacen cual vez primera.
Y germina en mi interior la dulce espera,
único testigo de esta nueva siembra
que se incendia y florece con tu sola presencia.

                                                                     

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