Poema negro



Frustrante melodía susurraba el viento.
Yo te amarré a mis cabellos
para no perdernos.
Una brisa celosa te arrancó de ellos
y una agria neblina me cubrió con su velo.
                                            
Desventurados suspiros fenecían al viento
y dolientes palabras condenaban mi apego.
Malditas noblezas profanaron anhelos
y ennegrecidas sonrisas se escucharon de lejos.

Infausta inocencia manchada de intentos.
Amargas caricias desangran mi noche.
Desatándome los recuerdos, caigo en un letargo profundo
y mis muñecas sin sangre me condenan al silencio.

Maligna adhesión me condenó al destierro,
a la ausencia, a la nada y al solo recuerdo.
Y despojada ya de sombríos apegos,
padezco el precio de tu desprecio.


                                                          

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