Poema gris
Era un plomizo día de enero.
Mi caminar apático y sombrío
me llevaba tras tus rastros.
Pedazos de palabras frías caían de mi boca,
y mis ojos nublados
esperaban tu regreso.
Hojas mustias
se enredaban en mi ceniciento cabello,
y una densa neblina
aletargaba mis pasos.
Mis pies descalzos iban sin rumbo
sobre una tierra seca y apagada,
y en un apático pisar
me condenaba la ausencia.
Monótonos silencios
adormecían mis oídos,
y desconsoladas hileras de flores marchitas
parecían seguir mi nostálgico destino.
Sentía adormecidos
mis pies plomizos.
Mis rodillas, mis muslos,
ya no había piernas.
Mi pecho pesado caía en un lánguido suspiro,
y mis manos vacías se deshacían
como en un sueño confuso.
Envuelta en cenizas me sumerjo en el humus.
Me impregno de tierra borrada de vida.
Y en un descanso congelado en el tiempo
tu sedante mirar me devuelve a la vida.
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